La perfecta oda al movimiento del amor siempre será el autostop. El HighWay de Marcela Robles es una carretera de alta velocidad pero el pasajero-lector está a punto de saber que esta aventura se hace desde un coche detenido y en llamas. Así, el viaje parece seguir el curso de una lágrima vista desde un avión y es menos como la vida real y más como remotos eventos escenificándose en la pantalla de un videojuego que pulsamos inútilmente, mientras nos dejan atrás los coches enloquecidos.
Bienvenidos a esta road movie de cuerpos estrellados, curvas peligrosas y copilotos prófugos. En la oscura autopista brilla un dolor rojo metálico, el color de un cartel que dice motel. Y nadie más se detiene.
Por favor, desabróchense los cinturones antes de deslizarse por esta poesía en fascículos, este cómic privado que es también una colección de espejos retrovisores en el bolso. Una poesía trepidante entre el zen y la ambulancia.
Gabriela Wiener Bravo